¡Hola de nuevo!
Me alegra volver a verte por aquí pues, si aún me sigues, significa que te ha picado la curiosidad, así que espero no decepcionarte. De cualquier modo, pero, no nos demoremos más. ¡Vamos! ¡Empecemos!
Como ya te había dicho antes, el nombre del blog está estrechamente asociado al mito de Prometeo y, aunque no te lo creas, define a la perfección sus ideales; como recordarás este blog trata de enseñar ciertas cosas, una serie de "conocimientos" que se supone deben servirte para hacer de tu mundo un lugar un poco más grande; por ello, lo primero que debes saber sobre Prometeo es que, de algún modo muy lejano a aquello que consideramos convencional, se trataba de una especie de maestro. Entonces, por ende, yo que firmo con su nombre debo de tratar, al menos en un sentido figurado, de emularlo y convertirme en algo parecido: en tu mentor, en aquel que enseña. Así pues, escucha mi voz, la voz de Prometeo, y te garantizo que no serás defraudado, te aseguro que encontrarás algo que merezca el esfuerzo de seguir aquí y por el que te apetezca quedarte.
No obstante, ahora, llegados a este punto, estoy seguro de que ya debes de estar un poco harto; que si Prometeo por aquí, que si Prometeo por allá; Prometeo y más Prometeo es todo cuanto lees, sin embargo, en realidad... ¿Quién fue Prometeo?
Atentamente,
Prometeo
No obstante, ahora, llegados a este punto, estoy seguro de que ya debes de estar un poco harto; que si Prometeo por aquí, que si Prometeo por allá; Prometeo y más Prometeo es todo cuanto lees, sin embargo, en realidad... ¿Quién fue Prometeo?
Pues bien, el hombre que ves representado en la ilustración superior es el famoso Prometeo. Obviamente, la imagen no es suficiente como para explicar detalladamente quien es, aunque, por otro lado, si debería ser un indicador mínimo de su importancia. Para que me entiendas, ésta es una de las muchas representaciones que se han hecho sobre su persona; las hay desde la más antigua Grecia, en vasijas y ánforas de arcilla; en cuadros Neoclásicos y Renacentistas, en esculturas Modernas y Contemporáneas, e incluso en obras literarias como "Trabajos y Días" de Hesiodo o la célebre obra de teatro "Prometeo Encadenado" atribuida según la tradición popular a Esquilo. Por todo ello, es lógico pensar que Prometeo es más que un simple mito griego; de hecho, en realidad, cualquier mito es mucho más de lo que a primera vista parece y todos, sin excepción, ocultan en su seno una interpretación del mundo en que fueron creados. De esta manera, los mitos son recursos antiquísimos que han servido desde siempre para que el hombre aprenda unas lecciones determinadas; éstas, generalmente, fueron de carácter natural, es decir, sirvieron para justificar hechos de la naturaleza a los que no eran capaces de encontrar una solución empírica, no obstante, también era habitual que contuvieran una profunda carga moral con la pretensión de aleccionarlos sobre la ética y la conducta. En este sentido, merece una apreciación a parte el mito de "Eneas" que no responde ni a una cosa ni a otra y su existencia se limita prácticamente a justificar los orígenes de Rómulo y Remo y, por tanto, también los cimientos del imperio Romano, con la intención de atribuirle al emperador Julio César un glorioso linaje que pudiese asociarse con una antigua estirpe de dioses.
De cualquier forma, aunque ya queda demostrado que Prometeo fue alguien relevante y que su mito contiene algún tipo de enseñanza, lo cierto es que aún no te he he dicho quien es, así que si aún te interesa presta atención:
Prometeo fue un Japétida, es decir, uno de los cuatro (en ocasiones solo tres), hijos del Titán Jápeto. La maternidad de su madre es discutida y varía según las versiones, no obstante, a Prometeo siempre se le relaciona con sus hermanos Atlas y Epimeteo y, aunque Menecio también es considerado uno de ellos, su aniquilación temprana por parte de Zeus en la Titanomaquía lo convierten en alguien mucho más secundario. Sea como fuere, lo importante es que, según su propio mito, Prometeo destacó desde siempre sobre sus hermanos gracias a su ingenio agudo, su osadía sin parangón y su conocida debilidad por la raza de los hombres. De hecho, a propósito de esta cuestión y, como ya os explicaré en otra entrada más adelante, aunque el "padre" de la humanidad suela ser considerado su hermano Epimeteo, lo cierto es que, Prometeo, fue en realidad su primer gran benefactor y, probablemente, el más entregado de todos cuantos haya tenido.
Según cuenta la leyenda, Prometeo, salió en auxilio de la raza de los hombres cuando Zeus decidió repartir las jerarquías entre estos y los dioses, con quienes habían convivido armoniosamente hasta aquel momento. Se dice pues, que un día mientras todos compartían mesa y degustaban el incomparable placer del néctar y de la ambrosía, el patriarca del Olimpo, decidió dividir las tareas entre todos los presentes; entonces, el titán Prometeo, interviniendo, proclamó que se le había ocurrido un método justo con el cual realizar el reparto y solicitó permiso para ponerlo en práctica. Tras obtenerlo, salió corriendo a buscar un buey, lo asió por los cuernos, lo arrastró hasta el lugar en el que se habían reunido y poniéndolo bruscamente sobre la mesa lo descuartizó, instaurando así el primer sacrificio. A propósito de ello, es curioso destacar que, al parecer, la tradición dictaba en la antiguedad que, para honrar a los dioses y ganarse su favor, debían realizarse periódicamente una serie de ofrendas en forma de tributos animales, siendo esta conducta algo común en las primeras civilizaciones tales como la fenicia, la egipcia o la romana. Además, hay indicios que señalan que es realmente muy probable que también se inmolasen humanos, sobretodo, durante los primeros siglos de la cultura helénica y en el periodo comprendido antes de su gestación, en rituales clandestinos ligados a dioses menores asociados a los agentes atmosféricos y a la prosperidad de las cosechas.
De cualquier modo, lo importante es que, Prometeo, posicionandose en el lado de los hombres, trató de engañar a Zeus urdiendo un ingenioso ardid; disimuladamente, dividió el animal en dos partes diferentes; en la primera escondió los huesos, carentes de ningún valor, bajo una apetecible capa de grasa que los disimulaba bien; en la segunda, escondió la carne comestible bajo la piel y el estómago. Y tras ello proclamó:
"Que cada bando escoja una parte y se repartan así los bienes para siempre".
Sin embargo, Zeus, descubrió el engaño de inmediato y con una astucia aún mayor a la de Prometeo, fingió caer en la trampa solo para poder vengarse después con mucha más dureza. De esta manera, el audaz patriarca, eligió la parte que contenía los huesos, motivo por el cual, desde entonces, se queman en los altares durante los sacrificios mientras los hombres separan la carne para comérsela. No obstante, aún pese a la actitud triunfante que manifestó Prometeo cuando salió victorioso en su embuste fue incapaz de comprender que, en realidad, la jugada le había salido al revés pues, en cuanto los hombres probaron el primer bocado de aquella carne perdieron todos sus privilegios: se volvieron mortales y débiles y debieron aprender a trabajar para subsistir. De esta manera, es inevitable, no caer en la cuenta que este motivo, "La perdición de los hombres", se trata en realidad de una analogía que han adoptado culturas de todo el mundo, inclusive la cristiana, para explicar el origen del trabajo y la servidumbre que el ser humano debe profesarle durante toda su existencia si lo que anhela es sobrevivir. Ello, no obstante, lo explicaré con mayor detalle en otra entrada, cuando cree una serie de artículos sobre los diversos "argumentos universales" que vertebran tanto el inventario artístico y cultural de nuestra especie como constituyen un claro ejemplo de moralidad que aún hoy se mantiene presente.
Respecto a Prometeo, su mito no termina aquí, ¡Nada más lejos! Pues si por algo es conocido el célebre Japétida no es por este engaño si no por su trillado robo del fuego, hurto por el que, en cierto sentido, se volvió inmortal. Tal y como aclara el desenlace de su historia y como puede deducirse de imagenes como la que muestro a continuación:
Según avanza su propia leyenda, Zeus, decidió castigar aún más a la humanidad por la treta de Prometeo, arrancándoles el fuego de las manos; de este modo, sin él, vivirían condenados a vagar en las tinieblas, envueltos por la sombra de la noche, el frío del invierno y el peligro del resto de animales. Carentes de la benevolencia del fuego la estirpe de los hombres retrocedía muchos pasos y se convertía en una de las especies más frágiles del mundo, castigo que Zeus consideró más que apropiado. No obstante, Prometeo, sintiéndose culpable por un lado, pues él era responsable indiscutible de los acontecimientos que habían condenado a la humanidad, y afligido por el otro, ya que por encima que cualquier otra cosa él amaba a los hombres, decidió colarse de noche en los escarpados riscos del Olimpo, forzar la cerradura de la estancia donde Zeus escondía el fuego y robárselo discretamente.
El problema pero, es que aunque, Prometeo, logró salirse con la suya y escapar de los cielos con el fuego intacto, la resplandeciente luz de las llamas fue dejando a su paso una estela que indicaba en todo momento su posición y revelaba su rostro. Por ello, Zeus, permitió que el titán le devolviera el fuego a los hombres y no hizo nada cuando, yendo aún más lejos, no solo se lo regaló sino que, además, les enseñó sus diversas utilidades y como hacer para producirlo, sin embargo, su permisiva actitud no era más que un deseo de venganza encubierto que, finalmente, se materializó con un severo castigo. Cansado ya de la conducta del titán y de su constante desobediencia, lo cogió a rastras con una mano lo ató con cadenas irrompibles a una gran roca con la otra y lo dejó ahí, a merced de una cruel maldición; lo dejó sumiso frente a un águila gigante que cada día le devoraba el hígado, órgano que, por gracia de Zeus, volvía a crecer durante la noche para reiniciar así su eterna agonía, tal y como puedes observar en la última imagen:
De este modo, a grandes rasgos, puedes entender a Prometeo como un gran mártir, como el primero con el valor suficiente para sacrificarse en beneficio del hombre; su patrón altruista y hasta cierto punto temerario se repite en un sinfín de mitos y leyendas de otras culturas que preservan su enseñanza original aunque su hilo argumental varíe, todo ello, sin embargo, lo desarrollaré más cuando inicie la saga de argumentos universales en las que precisamente, el argumento del "Héroe Redentor" estará presente.
Para concluir con esta entrada, adelantaré que, aún que pueda parecer lo contrario, el mito de Prometeo, no termina en este punto; de hecho, el final de esta historia está estrechamente vinculado con una alegoría sobre la libertad e, igual que en la libertad guiando al pueblo de Delacroix en la que una mujer representa un ideal, Prometeo y, sobretodo, sus cadenas, representan otro que se ha ido repitiendo infinitud de veces en el mundo del arte y en el simbolismo icónico y literario de todos los siglos, convirtiéndose así, casi de manera inconsciente, en un icono que a subsistido desde la rebelión de Espartaco en el año 73 a.C, hasta la actualidad, pasando por el esclavismo de África y su apartheid y una infinitud de sucesos más.
El motivo por el que no añado todas estas explicaciones en este mismo articulo responde a la necesidad de diferenciar los dos mensajes que pueden extrapolarse del mito de Prometeo, siendo solo el primero el que me preocupa aclarar en esta entrada. Este significado en concreto defiende que Prometeo es, en cierto sentido, el padre del conocimiento; ello es fácilmente comprensible, pues el fuego ha sido siempre nuestra piedra angular, sin la cual nos habríamos estancado como especie y probablemente habríamos desaparecido. Por tanto, "Prometeo ladrón del fuego", es casi sinónimo de, Prometeo padre de la ciencia y de la tecnología, patrón del conocimiento. Según la mitología a él le debemos todo lo que sabemos y nuestra deuda es aún más grande si tenemos en cuenta la magnitud de su sacrificio, sin embargo, lejos de interpretar estas palabras en un sentido literal, te sugiero que las adaptes en tu cabeza y reflexiones; pues, ¿No ha sido siempre la búsqueda del conocimiento una cuestión peligrosa?
Analizalo de la siguiente forma, Prometeo es un mito, cierto, pero no es menos cierto que en nuestro mundo, en todos los siglos hemos tenido infinitos Prometeos, Prometeos que en realidad se llamaban Sócrates, Copérnico, Galileo, Descartes... sabios que han corrido peligros por culpa de la sociedad o de la naturaleza de sus propias investigaciones y que, en ocasiones, incluso han tenido que sucumbir ante ellos por el bien del conocimiento; en nombre del progreso de la humanidad. Por ello, querido amigo, recuerda que a veces hay más realidad en el mito que en la realidad misma y que nada en la vida está exento de dificultades, al fin y al cabo, si algo vale la pena no puede conseguirse con facilidad.
¡Y esto a sido todo por ahora! ¡Espero que hayas aprendido algo y que te haya gustado cuanto has leído! ¡Y recuerda, aunque el peligro me acose yo soy Prometeo y de aquí no me muevo! ¡No al menos hasta que encienda tu sesera con el cálido resplandor del fuego del conocimiento!
Para concluir con esta entrada, adelantaré que, aún que pueda parecer lo contrario, el mito de Prometeo, no termina en este punto; de hecho, el final de esta historia está estrechamente vinculado con una alegoría sobre la libertad e, igual que en la libertad guiando al pueblo de Delacroix en la que una mujer representa un ideal, Prometeo y, sobretodo, sus cadenas, representan otro que se ha ido repitiendo infinitud de veces en el mundo del arte y en el simbolismo icónico y literario de todos los siglos, convirtiéndose así, casi de manera inconsciente, en un icono que a subsistido desde la rebelión de Espartaco en el año 73 a.C, hasta la actualidad, pasando por el esclavismo de África y su apartheid y una infinitud de sucesos más.
El motivo por el que no añado todas estas explicaciones en este mismo articulo responde a la necesidad de diferenciar los dos mensajes que pueden extrapolarse del mito de Prometeo, siendo solo el primero el que me preocupa aclarar en esta entrada. Este significado en concreto defiende que Prometeo es, en cierto sentido, el padre del conocimiento; ello es fácilmente comprensible, pues el fuego ha sido siempre nuestra piedra angular, sin la cual nos habríamos estancado como especie y probablemente habríamos desaparecido. Por tanto, "Prometeo ladrón del fuego", es casi sinónimo de, Prometeo padre de la ciencia y de la tecnología, patrón del conocimiento. Según la mitología a él le debemos todo lo que sabemos y nuestra deuda es aún más grande si tenemos en cuenta la magnitud de su sacrificio, sin embargo, lejos de interpretar estas palabras en un sentido literal, te sugiero que las adaptes en tu cabeza y reflexiones; pues, ¿No ha sido siempre la búsqueda del conocimiento una cuestión peligrosa?
Analizalo de la siguiente forma, Prometeo es un mito, cierto, pero no es menos cierto que en nuestro mundo, en todos los siglos hemos tenido infinitos Prometeos, Prometeos que en realidad se llamaban Sócrates, Copérnico, Galileo, Descartes... sabios que han corrido peligros por culpa de la sociedad o de la naturaleza de sus propias investigaciones y que, en ocasiones, incluso han tenido que sucumbir ante ellos por el bien del conocimiento; en nombre del progreso de la humanidad. Por ello, querido amigo, recuerda que a veces hay más realidad en el mito que en la realidad misma y que nada en la vida está exento de dificultades, al fin y al cabo, si algo vale la pena no puede conseguirse con facilidad.
¡Y esto a sido todo por ahora! ¡Espero que hayas aprendido algo y que te haya gustado cuanto has leído! ¡Y recuerda, aunque el peligro me acose yo soy Prometeo y de aquí no me muevo! ¡No al menos hasta que encienda tu sesera con el cálido resplandor del fuego del conocimiento!
Atentamente,
Prometeo